sábado, noviembre 02, 2024

VOLUME ONE 677: SONGS OF A LOST WORLD (THE CURE)

No me encuentro entre los grandes aficionados de The Cure, banda por la que, en todo caso, siento un moderado aprecio y un más alto respeto. Aunque solo sea por aquella temporada lejana en la que me encerraba en la habitación siguiendo las letras de Disintegration y Wish. Así que no me veo en la mejor posición para evaluar qué alcance puede tener entre la hinchada Cure (si se mantiene fiel a lo largo de las décadas) el regreso al mercado después de 16 años para su decimocuarto álbum de estudio: Songs of a lost world (Capitol, 2024). A mí, ya digo, lejos de la fidelidad o la devoción y sin anhelar que llegase el momento de este retorno, me ha dejado saciado, y en algún momento extasiado.

Estas ocho canciones de un mundo perdido (curioso, los también veteranos y poco prolíficos Tears for Fears han titulado su reciente álbum en directo "canciones para un planeta nervioso") vienen a digerirse, quizá interpretarse, como la caída del telón de un grupo sin el que no se podría entender gran parte del pop y el rock de los años ochenta (aquel que resiste el peso de la marchitamiento), solo que cuatro décadas después. Momento el de hoy en el que los Cure son los reconocibles Cure de siempre y su densa capa de guitarras y sintetizadores, y la voz melancólica de Robert Smith, crean su inconfundible atmósfera de tristeza bella, de angustia con esperanza.

Este regreso (aunque la banda nunca ha dejado de estar junta y de girar) es una buena noticia que evita el destiempo, que no cae en la intrascendencia o el olvido, que deja limpia la huella histórica del grupo y la extiende hasta el presente: definida, íntegra y poderosa. No hay delicias pop en Songs of a lost world, pero sí esas largas introducciones antes del primer verso que dan forma a ese muro sónico compacto que en temas como Alone, All I ver am o el apoteósico cierre de Endsong conducen a una abrumadora satisfacción. En cinco años el primer álbum de The Cure cumplirá medio siglo; quizá entonces llegue el final, que en 2024 se anticipa con un disco que se viste de testamento.

Nota: 8,5/10

miércoles, octubre 30, 2024

BONUS TRACK 296: UNTITLED (THE BYRDS)


¿Cuál es tu disco favorito de los Byrds? Creo que muchos de quienes admiran a este grupo discutirían un buen rato a la hora de asignar lo alto del podio. Tres o cuatro álbumes mantendrían una apretada lucha por el primer puesto. Como también se enfrentarían para determinar cuál es la mejor alineación de la banda californiana a lo largo de sus nueve años y doce trabajos. Si me haces la pregunta, te respondo que el preferido de mis discos es Untitled (1970); en cuanto a la formación, es más difícil decidirse por quiénes fueron los mejores acompañantes de Roger McGuinn.

La adquisición progresiva de las reediciones que CBS y Sony han hecho de la discografía de The Byrds, con generosa información e imágenes y abundancia de bonus tracks, ayuda a deleitarse en los misterios virtuosos de la banda. Se hallan en todos los álbumes. En Untitled, con McGuinn, Skip Battin, Clarence White y Gene Parsons en el equipo, el grupo se balancea entre corrientes: lo country es a su vez psicodélico, lo pop es tanto folk como blues. Eight Miles High es una odisea especial interminable y adictiva. Me gusta esa teoría de que el álbum se llama así porque pusieron "untitled" en la documentación de las grabaciones en el estudio mientras aún no tenían decidido el título. Inclasificable, pues.


domingo, octubre 27, 2024

VOLUME ONE 676: WAKE THE DEAD (CHUCK PROPHET & ¿QIENSAVE?)


No hace falta hacerles marcaje a músicos como Chuck Prophet para no perder su rastro. Cada pocos años se dejan oír, se acercan a nuestro radar sin estruendo, discretamente, y dejan su tarjeta de visita con la confianza de que volveremos a ellos en algún momento adecuado, unas veces con mejores argumentos (The hurting business, The age of miracles, Land the time forgot) que otros. Y este es buen momento, cuando muy poco de lo que llega a nuestros oídos u orbita cerca apenas se retiene, apenas provoca un asentimiento de verdadero placer. Wake the dead (Yep Roc, 2024), un tanto inesperado por la colaboración de la que se sirve el artista, sienta como una reconciliación.

Tenemos a Chuck por un lado, animado y optimista, recuperado de un linfoma que le ha obligado a retirarse y descansar, y a la banda de cumbia de Salinas, California, por otro, acompañamiento fértil con el que evadirse y bailar. La combinación produce un hermanamiento con los Calexico más fronterizos y crea una colección de canciones ricas y generosas, casi siempre festivas y en ocasiones melancólicas, como ese broche de cierre positivo a modo de balance que proclama que "hoy es un buen día para estar vivo". Chuck Prophet vive y es feliz cantándolo y contándolo.

Nota: 7,5/10

jueves, octubre 24, 2024

SOUNDTRACK 282: BLUR. TO THE END


Cuestión de contrastes, también de perspectivas. Puedes salir eufórico de una sala si te proyectan en pantalla grande, como ha sido el caso, el documental To the end, con Blur cumpliendo el sueño de actuar en Wembley, como reyes ante un pueblo de 80.000 almas entregadas en comunidad alrededor de sus canciones; pero puedes ser testigo indiferente de las reflexiones que sus cansados miembros hacen en torno a la edad y el paso del tiempo con el rescate de tiernas imágenes de su imberbe pasado, entre bromas personales y boberías ante la cámara que les sigue durante el año en que se reencontraron, grabaron su último disco y se echaron a la carretera para culminar en el estadio londinense la catarsis de su carrera.


Funciona la banda, la sensación de formar parte de una unión contra el avance del reloj y de otras rutinas familiares y personales. Funciona también (acentuada por un montaje oportuno y efectista) la grandeza de esa sensación de sentirte el amo del mundo y la emoción impagable, al otro lado del escenario, de vivir la pasión íntima por la música de un grupo. No me encaja el retrato humano de esos cuatro tipos (dicen que alguno superdotado) que se tuercen una rodilla, conducen por estrechos caminos rurales o se sumergen en la orilla helada de una playa. Y aun así, vuelves a casa por las calles vacías con las ganas de no perderte algún concierto de multitudes como esos... que aún queda tiempo.

domingo, octubre 20, 2024

VOLUME ONE 675: DIVIDED KIND (NATIVE HARROW)


Hoy sería perezoso para hablar de este disco, porque las maravillas que merece ya fueron dichas con motivo de un álbum anterior de sus autores justo hace cuatro años, en octubre de 2020. Repetiría palabras o emplearía sinónimos, o reproduciría las líneas informativas que acompañan Divided kind (Different time, 2024) en la plataforma Bandcamp, que dan en el clavo plenamente. Closeness era seda entrañable, este nuevo capítulo de Native Harrow... pues también.

Pero bueno, me quedo con unas pocas palabras: la atemporalidad de las voces e instrumentos de Devin Tuel y Stephen Harms; la armonía elegante que aúna el folk con el soul, el country con el pop, con unas gotitas de sutil psicodelia extraídas de las esencias de valles californianos; el estudio casero donde surge todo, donde B3, Rhodes y guitarras antiguas crean pasajes de relajación. Y poco más: Devin, Stephen, unas pocas manos amigas y una adherencia al pasado que hace bello el presente.

Nota: 9/10

 

miércoles, octubre 16, 2024

GREATEST HITS 350: THE OCEAN (RICHARD HAWLEY)

"Condúceme al océano / el mundo es bonito junto al océano".

En la orilla o desde un acantilado, el mar sería refugio, guardián de secretos. Nuestro lugar preferido. La atalaya del amanecer, la alfombra donde la luna pone su estampa. El escondite en el que recogernos, el cofre de las confidencias.

El océano mientras cae la noche es nuestro amigo íntimo cuando escuchas su rumor entre los versos de Richard Hawley para una canción como esta. Te lleva a noches largas donde la nostalgia se mezcla con el deseo, las noches de amigos y amores para siempre. Con la música, The ocean, como cómplice.

domingo, octubre 13, 2024

SOUNDTRACK 281: EL ESPÍA, UN CLÁSICO SIN DIÁLOGOS


Hoy recuperamos el concepto de clásico aplicado al cine. Dando por hecho que lo clásico no tiene edad ni caducidad concretas, que lo clásico no es todo aquello en blanco y negro de hace cuatro o cinco décadas hacia atrás ni toda película de esa época que ha dejado cierta huella. Pero permitamos usar esta vez el término clásico para un film singular, un cine negro de espionaje inusual, muy poco conocido, un largometraje inadvertido en la extensa filmografía de su actor principal, Ray Milland, protagonista de El espía (The thief, en original, 1952). ¿Por qué es tan especial este noir de espías? 


Porque ningún personaje abre la boca para hablar. No hay un solo diálogo en el metraje, sino miradas sospechosas o temerosas, mensajes que pasan de unas manos a otras ante una amenaza por conocer, soledad en la espera, peligro próximo. Es El espía, dirigido por Russell Rouse, un extraño experimento, quizá caprichoso en su silencio al que se le pide un poco de claridad en su trama, pero atrayente precisamente por esa fórmula muda, por cómo todo se transmite con la manera de caminar o de mirar, con Milland ambiguo y al final atormentado, cansado de ser un callado peón que deambula incierto por la ciudad... esa ciudad en blanco y negro que el género noir retrata siempre tan amenazante.

miércoles, octubre 09, 2024

VOLUME ONE 674: LEON (LEON BRIDGES)


Aquí no importan los apellidos definitorios. De poco sirve que usemos prefijos y nombres. Aunque a Mr. Bridges le pongan por delante "retro" o "roots" (o "neo" o "contemporary") al soul o al rock que lo definen, su música sienta muy bien. Sin más. Ocurría con Coming home, con Good thing y con Gold-diggers sound. Otros tres años después llega Leon (Columbia, 2024), esta vez con el chico sin fondo monocolor en la cubierta, será porque sus nuevas canciones respiran y escapan de fronteras, son tan acogedoras como expansivas. Emocionan tanto como divierten. Y con sello de autor. Da la impresión de que Leon Bridges no quiere desmelenarse un poco, prefiere la contención al artificio. No le vendría mal a un álbum que, en todo caso, reconforta.

Nota: 7,5/10

domingo, octubre 06, 2024

GREATEST HITS 349: MAR ADENTRO (HÉROES DEL SILENCIO)

En esta mañana lluviosa la radio me ha quitado unos años, la música ha revivido el tiempo de una juventud que tuvo Mar adentro entre sus himnos. Será porque somos los que crecimos y seguimos junto al mar más nostálgicos que quienes viven atrapados por la tierra. Oh, aquel rubio silvestre que en sus gritos parecía poseído, entregado al amor en los labios mientras parecía subir la marea con cada estribillo. Nos sabíamos aquel primer disco de memoria, El mar no cesa. Los cuatro tipos amenazantes en pie sobre las rocas. Y el segundo, claro. Perdimos la virginidad de los conciertos atrapados entre dos tierras, tragados por el mar lejos de la costa, nos dejamos la voz en la prisión del deseo. Luego ya no, luego se olvidaron las nuevas canciones. Y luego el rubio ya fue moreno, y ya no hubo cuatro. Ya nada fue igual. Ahí dejamos parte de nuestra inocencia. Siempre queda el mar, al menos, en un día lluvioso como este.

sábado, octubre 05, 2024

VOLUME TWO 126: CLAPTON EN EL OCASO


Ante todo, mi respeto, y una admiración (aún) que se marchita. Pero, ¿desde cuándo no ofrece Clapton un disco bueno de verdad? Me refiero a más que bueno, a algo a la altura de una leyenda que le ha permitido ganarse ese respeto y admiración como tal. ¿Aquella alianza con BB King, aquel disco con JJ Cale, aquel directo con Steve Winwood? Aquello tenía brillo, sí, pero eran cosas del 2000, el 2006 y el 2009. Pero para encontrar un disco de estudio mayúsculo tengo que regresar a 1977 con Slowhand, y si quiero uno de gira para pinchar varias veces, al año 80 con Just one night.

Mientras, mientras, Eric Clapton se me va difuminando. Le ocurre a algunos de sus coetáneos, a nombres de la misma liga que se hicieron viejos hace ya mucho tiempo, con los que me cuesta empatizar (con otros mantengo un romance que, celebro, no perece). Este señor sentado en la mesa de un bar mientras espera a que se le enfríe el café, con la mirada vacía e incierta clavada al frente, anonimizado bajo un sombrero contra la lluvia... es Clapton, tan anodino como hoy es la música que aún crea.

En este Meanwhile que pone el mercado a la venta hay unos pocos temas nuevos (insulsos), unas cuantas versiones (sin motivo: Moon river, Smile, Always on my mind) y duetos grabados en los últimos años que no llegaron a encontrar espacio o coherencia en un disco. Lo que hay también es muy poca emoción, quizá la poca que late se esfuerza por justificarse en las tres colaboraciones con Van Morrison. Lo que queda después es la sensación de reencontrarse con un Clapton con el que ya no te esperabas, rastro lejano de uno de esos héroes del pasado del que casi nos habíamos olvidado.

viernes, octubre 04, 2024

BOOTLEG SERIES 126: DESPUÉS DEL ENCIERRO, EN EL 74


¿Estaba ansioso Dylan por volver a los escenarios? ¿Lo añoraba su público? ¿Necesitaba liberar el don de la genialidad del encierro del sótano? ¿Estaba preparado para una nueva revolución? Las biografías recogen los hechos y describen contextos, pero los enigmas y muchas respuestas aún permanecen en las sombras. El caso es que hace 50 años Bob Dylan ponía fin a su larga cuarentena frente a las audiencias y se echaba a la carretera ocho años después de su anterior concierto, tras aquella caída de la motocicleta. Volvía con Robbie, Rick, Garth, Levon y Richard, con The Band.

El catálogo infinito lanza a la luz los archivos de 1974, aquel tour de una treintena de fechas, algunas con pase acústico y sesión eléctrica. En una y otra se advierte a un Dylan suelto, enérgico, acelerado, de verbo agitado y acento rebelde. Qué vibración aquella, madre mía, con el ritmo saltarín de su grupo como si estuvieran ensayando entre las carrozas de un circo. Algunas de aquellas canciones que ya eran clásicos hace cinco décadas conservan hoy una grandeza inquebrantable que las realza como viejos que por siempre seguirán jóvenes.

lunes, septiembre 30, 2024

LIVE IN 306: KRIS & BOBBY


En la hora del fundido a negro hay legados que deslumbran con mayor luz. Eran/son buenas canciones; hoy que su voz se pierde en las tinieblas, todavía son mejores canciones. Sabemos que era de Kris, le cantaba a Bobby McGee. Aparecía en su primer álbum, en el 70, y unos meses después se la apropiaba Janis para grabarlo poco tiempo antes de languidecer hasta destruirse. Ella la hacía imbatible, imperecedera. Él, en la semilla, un tipo incorruptible entre cuatro forajidos, trazaba un tema que no tendría edad. Hasta siempre, Billy the Kid.

sábado, septiembre 28, 2024

GREATEST HITS 348: WILD NIGHT x3

La primera versión que escuché de esta canción no fue la original, la que salió de la inspiración de Van Morrison cuando las cosas no le iban tan bien como parecía sugerir la cubierta de Tupelo Honey, el álbum de 1971 en la que se incluía. Fue Martha Reeves, ya salida del tejado Motown con las Vandellas, quien la usó tres años después para abrir su primer disco sola, un tema recuperado en 1991 dentro de la banda sonora de Thelma & Louise. Fue ahí donde me subí a los vagones por los que se aceleraba este tema, enganchado entonces a toda la selección musical de la película de Ridley Scott. Mi siguiente reencuentro con Wild night se produjo con uno de los discos más flojos de John Mellencamp, Dance naked, de 1994, aunque la canción, que reclutaba el bajo y la voz de Meshell Ndegeocello, conseguía destacar entre lo olvidable. Elijan... a mí me gustan las tres.

martes, septiembre 24, 2024

BONUS TRACK 295: THEM CHANGES (BUDDY MILES)


Este hombre estuvo en mi ciudad. Una noche hace muchos años tocó en uno de sus mejores templos musicales, una sala que celebra estos meses sus 25 años de existencia, la Mardi Gras de A Coruña. La sala se enorgullece de aquel día, de aquel concierto en el que el inmenso Buddy Miles que había tocado las baquetas para Hendrix se apañó como pudo para rodearse de cajas y platos en la batería del pequeño y sudoroso escenario de la Mardi. Por aquel entonces me hice con su disco Them Changes (1970), una de esas joyas que entre las sombras del olvido consigue emerger para reivindicarse eternamente como ejemplar conjunción de soul y rock, de blues y funk. Póker de estilos en perfecta expresión.

En ocasiones me sorprendo del escaso alcance que parecen tener los mejores discos que fueron creados hace tantas décadas. Cuando los escuchamos en el presente no advertimos bajo el prisma actual el peso que merecieron en el pasado como experimentos cuya pervivencia era una incógnita. Basta detenerse un rato y desentrañar su misterio interior para advertir esa grandeza casi invisible. Eso ocurre en Them Changes, donde Buddy Miles lo hace prácticamente todo y no resbala en nada.