sábado, mayo 04, 2024

SOBRE DUA LIPA

Aunque se han publicado en este blog seiscientas y pico reseñas de discos y se ha escrito sobre cientos de músicos y figuras del espectáculo, llegamos a un momento en que se nos antoja complejo dedicar un texto a un álbum de alguien como Dua Lipa. Quizá porque andamos perdidos en el ámbito en el que se mueve, se erige y se consagra esta estrella de la fama, quizá porque no encajan nuestras sintonías, quizá porque estamos de vuelta y no hay mejor argumento que la pereza para dejar pasar la oportunidad de dedicarle una esmerada semblanza a esta mujer.

Tanto rollo, permítannos la licencia, para concluir, llegados al tercer disco, que Radical optimism nos produce una picante sonrisa, un inquieto meneo que hasta ahora no nos habían causado los trabajos anteriores de esta poderosa presencia. Leemos reservas hacia este nuevo paso, pero las esquivamos porque esta vez Dua Lipa nos hace creer en que hay mucha más luz detrás de unos bailes ridículos, de un poder de atracción estratégico, de influencias mediáticas y de una belleza de animal indomable.


viernes, mayo 03, 2024

BONUS TRACK 288: COLES CORNER (RICHARD HAWLEY)


Las imágenes de este disco de Richard Hawley ilustran una costumbre cotidiana, un rito de ciudad, algo que nació en el pasado, llega al presente y pervivirá en el futuro, porque es parte ineludible de sus ciudadanos, los de Sheffield, nos cuenta el músico. Ahí vemos a Richard con un ramo de flores esperando en una esquina, bajo la visera curvada de un teatro en la foto de portada; en el interior lo intuimos horas antes preparándose para la cita ante el espejo del cuarto de baño, en la parte trasera de un coche (¿un taxi?) con el ramo en las manos, ante el teatro mirando impaciente el reloj, en una cabina telefónica con el aparato en la mano... y en la contraportada la huella de la cita (¿frustrada?) se limita al ramo en la boca de una papelera. Hawley nos dice que en su ciudad, en Sheffield, durante años y generaciones la gente se encuentra en Coles Corner, un punto de encuentro, que en la imagen del disco coincide con la esquina del teatro Stephen Joseph, en la calle Westborough. 

Hay algo de nostalgia, de fidelidad apegada al pasado en lo que cuenta Richard Hawley, como también lo hay en cada tema de este magnífico álbum, Coles Corner (2005), de una elegancia abrumadora en la orquestación (Coles Corner, The ocean, Last orders), de música suspendida en hábitos que son identidades. El autor de Sheffield siempre mostró con claridad su apego a Roy Orbison y a Scott Walker, y aunque remite a ellos con la espesura lánguida de su voz, canta en su propia esfera, tan delicado como misterioso. Este disco es un tesoro vintage de época indefinida, por eso alcanza la inmortalidad.

martes, abril 30, 2024

VOLUME ONE 663: LIGHT VERSE (IRON & WINE)


La presencia de Iron & Wine en este blog se remonta a sus orígenes prácticamente; cada paso significativo que Sam Beam y su banda han dado desde finales de 2005 han ido engordando este cuaderno. Y este barbudo favorito nos ha hecho felices con su música en cada entrega: sencilla en su apariencia, compleja en su ejecución, de hechuras modestas y márgenes abiertos; cambiante en justas dosis de riesgo y experimentación, desnuda en el fondo, recubierta de capas extravagantes en la forma. Ponle al folk el apellido indie y Iron & Wine será aceptado en un club al que ni siquiera él se ha asomado: Sam es único en su género y especie. Su producción presenta obras excepcionales (Our endless numbered days, The shepherd's dog, Ghost on ghost) y nada en su haber baja de la excelencia, donde se sitúa también el último de sus discos, Light verse (Sub Pop, 2024).

Una canción sobre las demás quedará para la posteridad (de justicia es enmarcar también un lujoso puñado): ese All in good times en la que parece que el bueno de Samuel compite con la buena de Fiona Apple por la mejor estrofa de un tema que absorbe el pulso de Dylan, el eco de Morrison, con sus voces alternas primero, entrelazadas después, agarrados ambos a un vaivén de buenas vibraciones, buenos tiempos a los que Iron & Wine siempre nos llevan.

Nota: 8/10

domingo, abril 28, 2024

BONUS TRACK 287: SUPERUNKNOWN (SOUNDGARDEN)


Por un tiempo sentimos que Seattle era nuestra segunda casa, el hogar de nuestra juventud musical. Llevábamos camisas de franela, dejábamos ensuciar el pelo, las noches no tenían fin y nos parecía que siempre llovía. Unos se arrimaban al hechizo de Kurt, otros al de Eddie, había quienes antes se afiliaron a la banda de Andy, quienes preferían vivir al límite con Layne, y otros rendían máximo respeto a Chris. Llegados a 1994 Soundgarden tenían tres álbumes densos y oscuros a sus espaldas, y el cuarto los puso en la primera línea de la música que fluía en aquella lluviosa ciudad del noroeste. El grupo se hacía más accesible, sin perder el sello de origen, esa espesura emocional que deletreaba su música, pero con canciones más pulidas, que seguían siendo profundas pero con ganchos más luminosos. Superunknown tiene una primera mitad demoledora, ocho bombas expansivas detonadas por la contundencia sonora que creaban juntos Chris Cornell, Kim Thayil, Ben Shepherd y Matt Cameron. Treinta años después este disco (no entero, pero sobre todo ese 50% inicial) me atrapa del cuello para darme zarandeos, con el malogrado Chris y su garganta torrencial poniéndome de rodillas.

jueves, abril 25, 2024

GREATEST HITS 338: OLD TOWN ROAD (LIL NAS X & BILLY RAY CYRUS)

Tiene gracia la cosa. Enterarme de esta simpática canción gracias a una equivocada pronunciación de mi hijo. "ol tain rol", me canta el estribillo. "Me gusta esta canción", dice y tararea. Y busco en youtube. "All time roll", traduzco a mi manera, por intuición. Y resulta que nada encaja, solo una similitud fonética, y el tema se titula Old town road. Así que me encuentro con este chico que escapa de mi conocimiento (yo tan alejado de redes y plataformas, de likes y tiktokers) y el vaquero Billy Ray que nunca estuvo en mi órbita. Y los dos minutos y medio de la canción se me meten en la cabeza para darme vueltas y dejarme con una sonrisa.


domingo, abril 21, 2024

VOLUME ONE 662: DARK MATTER (PEARL JAM)


¿Qué edad tenías cuando escuchaste Ten por primera vez?

Aquella fuerza que sentiste con 20 años no la vas a sentir ahora con otro de sus discos a los 50.

¡Cómo te vas a enfadar con estos tíos! Si hemos crecido con ellos, les podremos perdonar lo que sea.

No son jóvenes, tampoco viejos, no suenan como si quisieran parecer jóvenes ni como viejos desfasados.

Dejamos que la admiración por Pearl Jam condujese la conversación, sin caer en pasiones ciegas, con el discurso sensato de quienes una o más veces hemos censurado a nuestros intocables cuando nos han decepcionado; a Pearl Jam mismo con un ligero desliz o un álbum impropio, nada escandaloso, solo aquello que no estaba a la altura esperada, deseada, o que denotaba cierto cansancio. Ahora tenemos Dark matter (Monkeywrench, 2024) en nuestras manos, dejamos que pase algunas veces por nuestros oídos, queremos detalles, comparamos, nos dejamos llevar o nos detenemos a analizar... A pocos más les dedicamos tanto tiempo, pero Eddie, Jeff, Stone, Mike y Matt han llenado nuestro tiempo de forma extraordinaria y queremos que sigan haciéndolo.

Así que... nos quedamos con que Pearl Jam son fieles a Pearl Jam; con que no hace falta que vuelvan a los noventa, ni a los dos mil, su música vale para cualquier década, para cualquier momento; con que ya no romperán esquemas a veinteañeros pero seguirán agitando y electrificando a los que más nos excitamos con ellos cuando teníamos veinte años. Y Dark matter, con sus peros (la falta de naturalidad con la que avanzan un par de canciones que pretenden llegar al éxtasis, el sonido algo plástico, comprimido, en que se encierran otro par de temas), consigue hacer otro nudo que refuerza la adhesión a la causa. Un póker de lujo para empezar (Wreckage revive a Tom Petty y sus Heartbreakers de manera gloriosa, Dark matter sienta como un latigazo para explotar en directo) y un cierre con el que festejar esa fidelidad, la de ellos y la nuestra.

Nota: 7,5/10

jueves, abril 18, 2024

VOLUME ONE 661: SHADOW (LIZZ WRIGHT)


Hoy, que los discos llaman a ser sentidos en la intimidad, con reposo y desconexión, lejos de las prisas, Lizz Wright es un válido argumento para esa hora de soledad con la música, ajeno a todo lo demás. Shadow (Lightyear, 2024) es su séptimo álbum, para el que ha dejado pasar más tiempo entre un trabajo y otro, siete años. Con solo 22 años, Lizz dejó claro su gusto por la exquisitez, por envolver canciones en la suavidad y a la vez misterio de su voz, tierna y al mismo tiempo profunda, cubiertas por la precisión magistral de sus instrumentistas. Dos décadas después, esa pureza sedosa de su música hilvanada con viento de jazz, blues, folk y soul, se mantiene intacta, coordinada por la docencia de también exquisitos productores (Brian Blade, Craig Street, Joe Henry, ahora Chris Bruce). En Shadow, tienes ganas de habitar en los temas que canta Lizz Wright, abrazarte a una manta junto a ella y sus viajeras invitadas (Anjelique Kidjo en Sparrow, Meshell Ndegeocello en Your love), flotar un rato (This way, Circling, I made a lover's prayer). Lejos de todo.

Nota: 8/10

lunes, abril 15, 2024

GREATEST HITS 337: AM I FORGIVEN (RUMER)

Escuchas esta canción antes de alcanzar la media mañana, sin que ninguna voz cercana se interponga en su manera de fluir en la cafetería en la que suena, y te preguntas en qué década estás, en que película, en qué mundo irreal. La respuesta rápida del móvil te lleva a Rumer, a quien una vez, ya ni recuerdas cuándo, le dedicaste el tiempo que duraba su primer disco, Seasons of my soul (2010). Allí estaba este tema, saludándote desde el primer segundo, llevándote a una comedia romántica de los años sesenta vista en televisión, envuelto en una manta en el sofá. Con qué facilidad canta esta chica, esta británica nacida en Pakistán a quien no volviste a prestar atención. Como dicen es cierto, bien podrías cerrar los ojos y acordarte de Dusty Springfield, de Carole King, de Karen Carpenter. Am I forgiven presentaba a Rumer, suave y esponjosa, un caramelo inadvertido.

miércoles, abril 10, 2024

VOLUME ONE 660: OHIO PLAYERS (THE BLACK KEYS)


Sin previo aviso, creí que el nuevo álbum de los Black Keys, por su título, rendía tributo a los Ohio Players, del mismo modo que aquel pantanoso Delta Kream se adentraba en tesoros del profundo blues para rescatar nombres y canciones con el filtro grasiento y contagioso de la sociedad Auerbach-Carney. Pues no, este Ohio players (Nonesuch, 2024) son el dúo de Ohio de nuevo en sintonía tras su reencuentro de hace cinco años para perpetrar otra fechoría musical con las que tan despiadadamente crean adicción.

¿Y qué hay de nuevo? Más de lo mismo, puedes pensar, aunque adviertas matices, sonidos, géneros que entran con descaro o asoman con sigilo, aportaciones invitadas (Beck en medio disco, Noel Gallagher), canciones que se te quedan pegadas y tardas en quitártelas de encima (Beautiful people (stay high), Paper crown, la irresistible versión de I forgot to be your lover). Dan y Patrick en su salsa, un batido refrescante de blues, soul, pop, rap y jugoso rock and roll. Garantía de Black Keys.

Nota: 8/10

domingo, abril 07, 2024

VOLUME ONE 659: ALL NOW (THE STAVES)


All now
, el tema inicial de All now, deja entrar poco a poco cada instrumento, con sutiles salpicaduras que aumentan su intensidad hasta alcanzar una fase de euforia contagiosa, ese "happy new year" que da ganas de gritarlo frente al mar al borde de un acantilado. Las voces de Jessica y Camilla Staveley-Taylor atraen cada nuevo sonido para que se acoplen todos juntos de forma acompasada, transmitiendo la sensación de llegar a un momento pletórico. Algo parecido ocurre con el tema final, You held it all, pero resulta más natural, más íntimamente familiar en All now, una de las mejores canciones que regalará este año.

Emily se nos ha apartado a un lado para All now (Nonesuch, 2024), pero sus hermanas siguen sonando como un trío de cuya música quisieras empaparte. Esta vez, para su quinto álbum, The Staves se instalan en un confortable ámbito pop de ráfagas electrónicas que, sin embargo, no parece distanciarse mucho de las brisas folk de sus primeros trabajos. Hay algún coletazo más crispado, un par de gemas nostálgicas y delicias balsámicas elaboradas con el armonía de la complicidad familiar.

Nota: 8/10


viernes, abril 05, 2024

KC 30


¿Dónde estabas, qué hacías cuando... (el equipo de tu ciudad ganó la Liga, o se le escurrió entre los dedos el billete a la final de la Champions)... cuando Kurt Cobain se salió de este mundo? Nunca me he parado a pensar en ello, aunque sé dónde estaba y qué hacía, hoy que lo pienso. El calendario (y un buen artículo de un periódico) nos recuerda que el hombre se voló la cabeza hace 30 años, se consumió antes de desvanecerse; dejó un cadáver devorado para el club de las leyendas del rock, un recuerdo que décadas después no puedes eliminar de una patada, una huella (él y la música que nació de su banda) que hoy subyace (apagada pero aún viva) como inspiración, como arrebato, como salvación.

Era entonces universitario, a mano para estar informado solo tenía periódicos al llegar cada mañana a la facultad y las noticias en la radio o en la televisión de la residencia de estudiantes. Allí vimos las imágenes, seguimos las crónicas, escuchamos las reacciones, compartimos el luto de quienes adoraban el mensaje de aquel chico desastrado, infeliz. La vida sigue.

No ha vuelto a haber otra banda como Nirvana, ni la habrá capaz de transmitir un estado de ánimo a una amplia audiencia. Como Kurt Cobain sí habrá más, los hubo antes y le sucedieron después, muy pocos con tal poder de pervivencia, de presencia espiritual. Cada cual arrastra su angustia a su manera, su frustración, el nihilismo, la drogadicción, los caminos sin salida, la perdición... hasta anticipar la muerte.

miércoles, abril 03, 2024

BOOTLEG SERIES 123: DAWN Y LA MUJER LIBRE


Desenterrar tesoros antiguos o encontrar joyas perdidas produce un excitante placer, el que persigue el curioso aventurero, el tenaz arqueólogo, a veces el escéptico pasajero a la espera de impredecibles descubrimientos. Uno puede ser este curioso tributo musical al que da forma Dawn Landes desde el homenaje a la lucha y la protesta de las mujeres a lo largo de las décadas y a través de las canciones. Hablamos de lamentos e himnos folk recogidos en un libro publicado hace más de medio siglo, The Liberated Woman's Songbook, del que Landes extrae una selección de piezas (11 de 77) para titular de la misma manera un precioso disco que dignifica la dignidad de esa lucha y el derecho a la libertad. Las canciones se fechan entre 1830 y 1970, y reviven cronológicamente arregladas de manera pura e íntima. Es poco más de media hora revitalizante y hermosa, una experiencia también, liberadora.

domingo, marzo 31, 2024

GREATEST HITS 336: JOLENE (DOLLY PARTON / BEYONCÉ)

La gran Dolly lo cuenta a todo trapo en la introducción de esta actuación: cómo surgió Jolene, una de esas canciones imborrables que nadie debe interpretar si no asegura estar al nivel del original. Qué dolor saber que existe alguien tan hermoso, tan hermosa, que te puede arrebatar lo que más amas. Dolly Parton clavaba esta canción siempre. Y Beyoncé, bueno, a su manera y con la libertad del poderío y la chulería que la acompañan, se inventa una más que digna versión. Lo hace en ese álbum NO country que acaba de sacarse de la manga, diverso y disperso, cautivador y agotador, largo e irregular, salpicado de algunas notables canciones como Jolene.

martes, marzo 26, 2024

VOLUME ONE 658: TIGERS BLOOD (WAXAHATCHEE)


"Uno de esos discos en los que todo suena tan bien..." Esta frase se ha dicho en alguna de mis conversaciones musicales de provecho, generalmente para ensalzar el buen oficio de la artesanía, aunque a veces la misma frase deja abierta una duda, un recelo hacia esa perfección técnica elogiada. Advierto estos matices al escuchar, y disfrutar, el último álbum de Waxahatchee. Yo no diría eso de que "suena todo tan bien...", que es cierto, me quedo con que suena simplemente bien.

Esta mujer, Katie Crutchfield (o su banda, que lleva el nombre del lugar en que se crió), se me atragantó en nuestros primeros encuentros. A partir de su disco anterior, Saint Cloud (2020), su música dio claridad a mi acercamiento, más estrecho en su proyecto Plains junto a Jess Williamson, y ahora más desahogado y acogedor en Tigers blood (Anti-, 2023), ejemplo de esas obras evolutivas que pueden provocar el rechazo en quienes alababan las piruetas iniciales y confirmar el aprecio de los que aplaudimos más (en general) la las líneas rectas o las curvas moderadas.

Katie canta como alguien de fiar, su banda es una capa protectora que da abrigo a piezas que alternan el arrojo con la templanza bajo la norma del medio tiempo equilibrado. 3 sisters, Bored, Right back to it o 365 reclaman más escuchas para celebrar su inmediatez. Waxahatchee es ahora más accesible, suena realmente bien.

Nota: 7,5/10