Small changes (Polydor, 2024). Pocos cambios. Lo mejor que se puede decir del último disco, el cuarto, de Michael Kikanuka es que apenas hay cambios respecto a los dos inmediatos antecesores. Lo peor que se puede decir es que poco o nada cambia. Es decir: todo bien, pero... No es una contrariedad, es la evidencia de unos rasgos reconocibles, de un ambiente reiterado (repiten Danger Mouse e Inflo en la producción), una identidad que vuelve a funcionar con tanta aprobación como generar el recelo hacia un músico reacio a salirse de su acomodo.
A la altura de este cuarto álbum, Kiwanuka compone un trabajo con sello de fábrica (ese soul folk plácido y caluroso, ese clima contemplativo de su voz distendida o de los coros balsámicos), una fórmula a la que esta vez no acompañan canciones mayúsculas como las que había en Love + Hate (2016) y en Kiwanuka (2019). Su nuevo capítulo, del que se desprende una madurez demasiado conformista, guarda una cuantas piedras preciosas (Small changes, Rebel soul, Follow your dreams) pero ninguna joya para llevarnos al éxtasis.
Nota: 7/10
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