
Dos autoras de Louisiana me transmiten mucho en común, amargura lírica arrojada sobre dolientes canciones, sobre todo. De un lado Lucinda Williams, nacida en Lake Charles; de otro, Mary Gauthier, natural de New Orleans. Sus voces apagadas, como heridas de una vida cargada de golpes, y sus letras que relatan rupturas y caídas a las profundidades, hermanan sus carreras. El reconocimiento que le sobra a Lucinda le falta en realidad a Mary, firmante también de álbumes duros y hermosos. La conocí con este Drag Queens and Limousines (1999), el segundo de una carrera en la que cayó la autora rebotada de una juventud castigada por las adicciones, el alcohol y un temprano paso por la cárcel. Canta cansada, añorante, y profundamente conmovedora, ese folk rock americano de extensos horizontes. No hay más que escuchar temas como el que da nombre al disco, Evangeline o I drink para imaginar los capítulos tormentosos que levantan este disco y la obra de Mary Gauthier.
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