El roce hace el cariño, reza el dicho. Vale una variante, que si no es opuesta sí es complementaria, para cuando se dé el caso, que siempre se da: el roce hace el desgaste. Cariño o desgaste, antes hay roce, qué huevos, escalofrío, deseo contenido o reprimido, mostrado al fin y al cabo, aunque se quede a medio camino sin que nadie sepa muy bien si debe llegar al final, si el que roza o quien es rozado. Las amistades puras y fuertes resisten la erosión de los roces, se dejan besar cuando hay necesidad, se enfadan cuando no hay entendimiento… y se quieren más allá de cualquier inconveniente.
2 comentarios:
Anónimo
dijo...
Aunque no es tan elaborado como tu texto, la verdadera amistad es como el corcho: sale siempre a flote.
2 comentarios:
Aunque no es tan elaborado como tu texto, la verdadera amistad es como el corcho: sale siempre a flote.
Un abrazo
Cierto, no la hunde ninguna marea. Otro abrazo.
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