

El primer (Reckless burning, 2002) y el tercer disco (Like, Love, Lust & the open halls of the soul, 2007) de esta chica y su grupo tienen un clima similar, un aire cansino pero pasional, de sentimiento profundo y eco duradero, pero es Oh, my girl el que perdura, el que vuelto a escuchar unos años después sitúa a uno durante una hora junto al crepitar de los troncos de una chimenea en plena madrugada, si es entre las paredes de un escondido bungalow, mejor. Jesse Sykes es una moza lozana a la que traiciona su voz arenosa y prudente, como la de una Marianne Faithful sólo unos pocos años más joven de lo mayor que es. Sólo lo extendidos que se hacen algunos temas impide disfrutar el disco plenamente como un excepcional trabajo total, pero dejarse mecer por temas como Troubled soul, The dreaming dead o Tell the boys compensan cualquier inconveniente y convierten Oh, my girl en una obra calurosamente relajante.
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