miércoles, julio 23, 2025

BONUS TRACK 311: SHADES (JJ CALE)


Agarremos al azar un álbum de uno de esos músicos intachables, siempre satisfactorios, por los que merece la pena renovar votos en el flujo placentero e inspirador de las canciones. JJ Cale responde al perfil, y no admite reproches. La elección es Shades (1980), sexto capítulo de un listado exquisito de discos. Este, menor en consideración que el manojo anterior, es otro manjar.

Fíjense en la alineación de bateristas: Hal Blaine, Jim Keltner, Russ Kunkel y Kenny Buttrey entre varios. La gran Carol Kaye salta sobre el bajo en la inicial Carry on. James Burton acaricia la guitarra en Pack my jack. Dos cortes se inclinan hacia el jazz en una esfera pacífica que deja en la gloria. Y Cale se encarga de mimar, como siempre, esas cuerdas tan limpias, tan únicas. Mmmm.

domingo, julio 20, 2025

BONUS TRACK 310: RICK DANKO (RICK DANKO)


Que recibas este disco como regalo, y en el formato de 33 revoluciones por minuto, ya es un tesoro. En el universo The Band, el primer álbum de Rick Danko, al que dio su nombre en 1977, merecía mejor suerte. Salir del olvido para empezar, y más reivindicaciones atemporales como esta. Para ello estamos.

El grupo llevaba un año separado y la publicación de Rick Danko se produjo casi al mismo tiempo que la despedida oficial de The Band, el radiante e inolvidable último vals. Rick estaba triunfal en el film de Scorsese, pero con su disco no fue más que una anécdota pese a la altísima categoría a la que llegaba. 

A Rick Danko echaron granos de arena sus antiguos compañeros y unos cuantos contemporáneos ilustres. Las dos caras del vinilo dejaban entrar vibrantes y emotivas canciones, algunas con baquetas y órganos de Hudson y Helm que habrían lucido en discos de la banda. Corto, divertido, entrañable.

Las reunificaciones de The Band sin Robertson ni Manuel nos regalaron la integridad de la camaradería de Helm, Hudson y Danko: hermosos trabajos, músicos queridos. El declive físico y psíquico del bajista fue acabando con él poco a poco, hasta despedirse hace ya 26 años. Desde aquí te recordamos y admiramos como siempre. 

jueves, julio 17, 2025

VOLUME ONE 694: AIN'T ROCKED IN A WHILE (BRENT COBB)


Con el calor de estos días encajan el sonido grasiento, los riffs secos y la voz granuja de Brent Cobb en su séptimo álbum, el primero que firma con su banda de compañía, The Fixin's. El primo del muy activo y consagrado productor Dave Cobb comenzó hace casi 20 años a buscarse un terreno en el vasto y disperso paisaje del country rock, pero no echó raíces hasta una década después, cuando encadenó un manojo de discos que le permitieron asentarse en una cómoda parcela en la que con el tiempo edificó con más solidez un estatus cada vez más respetado. 

Me gustaba sin excesos, con cierta lejanía; no me daba algo que ansiase descubrir, poco se alejaba de los patrones reconocibles del género, la conclusión era más de lo mismo. Pero con Ain't rocked in a while (Ol' Buddy Records, 2025) y sus guitarreos que devuelven las vibrantes esencias de Black Sabbath o AC/DC como ardiente barnizado del rock de raíces, la música de Brent Cobb entrega unos azotes vitamínicos contra la pereza del verano.

Nota: 7/10 

lunes, julio 14, 2025

VOLUME TWO 135: GLEN Y MARKETA... ¿ADELANTE O ATRÁS?


Muchos nos enamoramos de aquella pareja en la ficción y en la realidad. En Once y en The Swell Season. Glen y Marketa se encontraban en las calles de Dublín con la música bajo sus pies y la melodía narrativa de John Carney. La historia de su película tuvo continuidad en la vida real: dos discos, giras, el amor y la unión, el cansancio y la desunión. Cada uno tomó su propio camino, atado a la música como forma de vida el de Glen Hansard, firmante de discos sobresalientes, buen amigo de otros músicos, un tipo querido, ese al que querrías confesarle los secretos. Market Irglova se recogió en la vida familiar aunque el estudio la llamó para seguir grabando su música.

Dieciséis años después de aquel último disco, Glen y Marketa han vuelto a unirse con nuevas canciones como esa pareja de antiguos novios que repasan qué les ha dado la vida desde su separación, cada uno ahora con su pareja, con su familia, con el futuro. Dirigen su álbum hacia adelante, Forward, aunque su música se reencuentra en el pasado. No es un mal disco, pero lo empapa una melancolía que en lugar de mostrar nuevos enfoques y perfiles mira demasiado atrás. Hace 16 años lo habría aplaudido con entusiasmo, hoy, salvo un par de emocionantes arrebatos, me inclina hacia la indiferencia. Pero sigo sin olvidar aquel amor.

jueves, julio 10, 2025

BOOTLEG SERIES 134: JINGLE JANGLE... FOLK ROCK


En el retiro, al margen de casi todo y rodeado de monte en medio de casi la nada, el tiempo nos regala lectura y escritura con la música como compañía. Hoy explotan otras músicas, y aquellas con las que crecimos o nos fuimos educando y adquiriendo conocimientos y placeres, también tuvieron su propio momento de explosión. El folk rock, como apuntan los entendidos, tuvo su estallido a mediados de los sesenta, qué lejos. Parecía la vía que tomaban quienes no se atrevían a electrificarse del todo y quienes tampoco de despojaban de sus guitarras acústicas. En el cruce se fusionaron variantes de cada corriente que pronto se expandieron hacia otras direcciones.

Al final, escuchando hoy aquello que ayer se llamó folk rock (y que sigue alcanzando nuestros días después de variadas filiaciones y bastardos experimentos), tienen cabida tantos músicos o más como los que recoge la colección Jingle Jangle Morning: The 1960s US Folk-Rock Explosion. Más de 70 temas nos devuelven a los imprescindibles (Dylan, Byrds, Buffalo, Donovan, Judy Collins, Simon & Garfunkel, Richie Havens, Tim Buckley), pero también a una nutrida tropa de secundarios y terciarios (The Dillards, The Beau Brummels, Fred Neil, Blackburn & Snow, Melanie, Scott McKenzie, Poco, Nitty Gritty Dirt Band) que dieron latido a aquella mezcla lógica de sonidos e inquietudes, mágicos algunos cuando regresan sesenta años después.

viernes, julio 04, 2025

LIVE IN 311: LONG DISTANCE OASIS

El acontecimiento musical de este 2025 es el reencuentro de Noel y Liam Gallagher, reunidos sin enfados (se supone) tras 16 años de ruptura para llenar la caja (y quizá volver a enfadarse) con una gira de conciertos de Oasis en la que dejarse más de un sueldo para palpar la entrada. Acaba de arrancar la fiebre y durante un rato me he preguntado: ¿Me gustaría estar ahí, en uno de esos conciertos, entre la multitud? En la respuesta se juntaron la nostalgia y la pereza, un impulso de locura y una frenada de sensatez.

Por un lado, me vi de nuevo apretado entre cuerpos, testigo del éxtasis y devorado por la potencia de las guitarras y la presencia de la banda. Joven de repente, con fuerzas y entusiasmo, afortunado de estar en el lugar y en el momento, con la música deteniendo el tiempo. Por otro lado, me vi tan distante ante una pantalla que me ofreciese unas imágenes de ese concierto, o el concierto completo. Lejos de ser el joven que vive la experiencia única de un concierto mayúsculo e irrepetible en el que la música todavía es capaz de sorprendernos. En el triunfo, pues leemos que el primer concierto contentó a todos... so long Gallaghers!

martes, julio 01, 2025

LIVE IN 310: AQUEL MORRISON


Fascinación y Jim Morrison en un titular de prensa. El motivo, la publicación de su obra poética completa y el estreno de una serie de televisión. El redactor se pregunta por qué el vocalista, la imagen, de The Doors, "nos sigue fascinando 55 años después"; si se refiere a la efeméride de su muerte, un 3 de julio de 1971 en París, ha sumado mal, porque se cumplen 54 años.

Me incluyo entre quienes abrazaron esa fascinación. Y me pregunto hoy, más de 30 años después de aquel descubrimiento y flechazo a una edad impresionable para un chaval que empezaba a coleccionar música, si Jim Morrison, su figura, sus canciones y sus poesías, son todavía fascinantes. ¿El rock and roll es fascinante? Quiero creer que sus gritos, guitarrazos, mitos y leyendas, más de su pasado que de su presente, aún lo son. Aunque el olvido vaya ganando terreno.


Morrison
y los Doors me animaron a leer más, a expandir mis intereses musicales, a pensar en el poder de comunicar, provocar y emocionar con versos extraños, música hechizante o con una mano agitándose sobre el paquete bajo el pantalón. En la época en que se estrenó el biopic de Oliver Stone sobre los Doors yo gasté en ver la película más de una vez y en comprar los vinilos oficiales, directos, recopilatorios y algunos piratas del grupo, un póster, una camiseta.

Entonces Morrison me parecía único, como su banda; ni siquiera me preguntaba por qué me atraían tanto, me dejaba poseer y llevar por un embrujo que no se propagaba de otra música contemporánea que escuchaba. Pero aquel grupo ya no existía en el momento en que lo conocí, no podría seguir su evolución, ni ver las nuevas vías que seguramente explorarían (los Doors sin Jim fueron durante un par de años un barco a la deriva), ni enfadarme o volver a caer rendido a su música.

No me habría acordado de Jim Morrison de no haber leído ese titular que recuerda su temprana muerte a la edad maldita del rock que él mismo ayudó a alimentar. Diría que ya no consigue fascinarme, he dejado de reconocerme en parte de aquel chaval que se vio la película varias veces y desgastó aquellos vinilos. Aunque me sigan pareciendo flipantes y únicas canciones como Peace frog, Love her madly, Love me two times, The end.