
El gran Curtis tiene razones de sobra para ocupar una página de oro en la historia de la música, incluso por su desgraciada muerte, pero el líder entrañable de los Impressions, paradigma de la escuela Curtom, el pacífico rey negro del falsete, maestro de la seducción funky con ese fino romance que tenía con su guitarra, no podrá tampoco ser olvidado por haber puesto música al clásico del (sub)género blaxploitation de 1972 Superfly.
A otros temas tan magníficos a lo largo de su carrera como Move on up, Mighty Mighty o el archiconocido y multiversioneado People get ready, hay que unir las obras maestras que pueblan el universo de Superfly. Las calles violentas de Harlem, las chaquetas de cuero, las mujeres maquilladas, las persecuciones de coches, los antros del crimen y los barrios urbanos negros asoman entre las notas de Pusherman, Little child runnin’ wild, No thing on me (cocaine on me) y sobre todo, del insuperable Freddie’s dead.
Fabuloso, sí, y aún me falta ver algún día la película, que intuyo no estará a la altura de su música. Siempre quedará Curtis Mayfield.
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