
Nota: 8/10
Nota: 8/10
Esta es la escena: me monto en un autobús nocturno y me espera casi una hora de viaje porque hay un atasco del demonio en el centro y las furgonetas de policía suben y bajan en esta noche de Halloween poblada de bichos extraños en la calle y gente que ni por asomo se quiere marchar aún a casa. Y me acompañan los pensamientos y Mind games, una canción que tenía olvidada y que me hace admirar a John Lennon, al músico aquel que asesinaron hace treinta años, al músico del que ahora reeditan sus discos, al músico, no al tipo que quizá ahora, de seguir vivo, quizá nos pareciera tan loco como el desequilibrado que le disparó. Hermosa canción del álbum del mismo título de 1973 sobre la paz y el amor, sí paz y amor, lo que muchas veces nos parece cursi si se lo oímos proclamar a un cantante en su medio de expresión, pero lo que todos deseamos de verdad, paz y amor.
Una y otra vez sin cansarse. Encantadora. Desnuda, con las cuerdas y los murmullos de su garganta. Dos generaciones, un mensaje: no estás solo/a. (Espero verla el mes que viene, sólo unos metros delante de mí) La canción del año.
¿Debo preocuparme?
Todo tiene un límite que exige decisiones drásticas. Cambiamos para no estancarnos, para crecer, para desconectar, para olvidar… y en cualquier momento, a cualquier edad. La vida sigue pero podemos continuarla por diferentes caminos. Cambiaremos, aunque haya cosas que nunca cambien. Allá voy una temporada a ver qué pasa. Seguiré por aquí de todas formas.
Ahí se quedó, en la pista de aterrizaje, poco antes de sentarse en su trono. Iba a tocar en una sala con nombre de paraíso en Europa. Con 70 años. Y él no pertenecía más que el lugar que la música reserva a sus dioses. Nunca lo vi y me hubiera gustado mucho. Pero siempre lo llevaré conmigo.
Nota: 8/10