miércoles, octubre 30, 2013

VOLUME ONE 309: ISRAEL NASH’S RAIN PLANS (ISRAEL NASH GRIPKA)


Algo etéreo y arrebatador emerge de la música que envuelve este álbum, un billete de ida a la evasión y el aislamiento. Sobresaliente propuesta la del chico, Israel Nash Gripka, residente en Texas tras su paso creativo por New York y sus norteños paisajes montañosos. Se dibujan cielos despejados y paisajes abiertos en la imaginación, praderas, silencio, un jinete a lo lejos. Con solo el ambiente, Israel Nash’s rain plans (Loose music, 2013) ya roza el cielo.

Nada nuevo bajo el sol al bajar la aguja, es cierto, pero cuidado, este disco no es uno cualquiera. Reaparece el Neil Young con los Crazy Horse de comienzos de los setenta, cubiertos por un oleaje sonoro que remite a los tapices sosegados de Jonathan Wilson. Israel canta distante, con la voz baja, pero el juego de guitarras que despliega su banda eleva las canciones a alturas de excelente rock psicodelizado y creo a veces que me están tocando versiones honrosas de Like a hurricane o Down by the river. Una gozada.

Nota: 9/10

domingo, octubre 27, 2013

LIVE IN 154: WILD LOU


El miércoles compré en cd uno de sus discos, Magic & loss, uno de los que aún conservo en vinilo. Es un álbum conmovedor, crudo, profundo y hermoso. Se lo dedicaba a dos personas que había perdido. Unos días atrás leía la descripción que de él hacía Rosa Montero, con la mirada en sus ojos, antes de entrevistarlo hace años para un periódico. Y hoy… nada. Un día aquí estamos y al otro ya no somos más que polvo y recuerdo. Lejano, una roca, así parecía aquella noche de verano de 2004 en Santiago. Vino en lugar de Bowie, qué putada. Él estuvo bien, pero el escenario, el Monte do Gozo, no era el idóneo para uno de sus conciertos. Cerró con Sweet Jane y Perfect day, se llevo un merecido aplauso. No estará en mi isla desierta Lou Reed, pero vaya, era más que bueno. Feliz viaje al lado salvaje. 

jueves, octubre 24, 2013

GREATEST HITS 152: NONE OF US ARE FREE (SOLOMON BURKE)


La música perfecta, mejor compartirla. Cuentas que este hombre es tan grande, que está tan gordo, que tiene que cantar sentado, con un traje impecable puesto mientras un ayudante le seca con una toalla el sudor de la cara entre tema y tema. Cuentas que fue padre de 21 hijos y que nos dejó hace poco, poco antes de dar un concierto. Que sus últimos trabajos fueron estupendos. Que se llamaba (que se llama) Solomon Burke, el rey Solomon. Y ves que las canciones animan a mover los hombros sin despegar las manos del volante, a chasquear los dedos, a dejarse mecer con la vista apagada. A recrearte en la belleza. A sentir que la carretera que hay delante y el camino que queda atrás es lo más parecido a la libertad. Esta es una canción perfecta.

miércoles, octubre 23, 2013

SOUNDTRACK 134: EL CINE NO ES UNA FIESTA


Estos tres días de sesiones a 2,90 euros me han devuelto cuatro veces al cine en una semana y me han hecho recuperar y celebrar añejas sensaciones como la de SENTIR una proyección con la sala a rebosar o esperar con paciencia a comprar una entrada en una larga cola de espectadores. Lo de menos ha sido la calidad de las películas (dos buenas, dos malas); lo de más, esa experiencia resucitada, agazapada en el recuerdo de quienes hemos dedicado al cine muchas horas de nuestro crecimiento.

La fiesta del cine, se bautizó la oferta. Y la gente respondió, porque el cine, ir al cine, gusta, vaya si gusta. Pero el cine no es una fiesta, es un negocio (y un arte y todo lo que se quiera discutir) y un entretenimiento. Y entretenerse cuesta. Paga quien lo ofrece y paga quien lo recibe. Y ya sabemos cómo respira el mercado y cómo joden los impuestos. Cuando la entrada vuelva a costar 5 euros los jueves, 6,20 en la sesión golfa y 8,40 en la sesión convencional (creo que no me equivoco mucho en los precios), comprobaremos que el cine es cualquier cosa menos una fiesta como la que ha tenido lugar estos días. Ojalá me equivoque.

viernes, octubre 18, 2013

VOLUME ONE 308: CIELO COLOR BURDEOS (LUIS MORO)



“Enhorabuena. Buen trabajo”. Qué gran recompensa el sonido de estas palabras. Se las dedico a Luis Moro por afinidades, patria y sangre. Y por un buen disco.

La grandeza y el mérito de una obra se encuentran, más que en los resultados finales, en el esfuerzo que requiere ponerla en pie: en los paréntesis que dispersan la intención de unidad, en las distancias que impiden encuentros, en la incompatibilidad de horarios, la acumulación de ideas y pruebas, las tomas definitivas y los descartes, lo que parece que funciona un día y se estropea al siguiente. Todo ello acompañó la gestación de Cielo color Burdeos, un disco detrás del cual hay muchas semanas, meses, más de un año de ese esfuerzo perseverante que nunca es en vano… pese a que el consumo rutinario que en general se le dedica a la música no deje tratar a sus intérpretes como merecen.

Sigo la música de Luis Moro desde sus orígenes, me remonto a mediados de los noventa, cuando el autor coruñés encontró en su guitarra, su voz y su inquietud creativa la materia con la que encender un sueño. En todo este camino ha bebido, y se nota, de muchas jarras de buena música, de corrientes de admiración y orientación. Y su gran mérito es no haber caído nunca en la fácil tendencia a reproducir esas enseñanzas musicales ni ajustarse a los contornos de sus modelos, sino haber tenido muy presente esas referencias para crear una manera propia, un sello o estilo auténticos de rock que le confieren una identidad y un clima distintivos.
En Cielo color Burdeos (Laboratorio azul, 2013) hay una sutil inclinación al perfeccionismo, un reto que no siempre es bueno marcarse porque muchas veces coarta la espontaneidad. Se advierte en el esmero estilístico con que se combinan instrumentos y sonidos (de impecable elaboración, por otra parte), una compenetración que una vez más me conduce, salvando distancias (aunque no muy largas), a los trabajos de producción del gran Joe Henry.

El último disco de Luis Moro empieza en lo alto de una montaña con el tema que le da título, todo un manifiesto de intenciones que encuentra la inspiración en Tom Waits y la expresividad en Nick Cave. Navega después entre mareas relajantes muy bien interpretadas (Santa María, Marianne) y se agita con una vigorosa marejada (Judith Mishima & Alex Lafontaine). Una lástima que desde las alturas en las que despega el disco caiga a la llanura pacífica por la que discurren los dos últimos cortes, dos piezas aún más íntimas y más bien insatisfactorias. En apenas media hora el músico de A Coruña, eso sí, demuestra que no necesita mirar ni al pasado ni a los maestros que le mantienen con aliento y resistencia en su carrera. Le queda aún gasolina que quemar y apuesto a que en el camino cubrirá etapas tan estimulantes como este cielo al que dar un trago de Burdeos.

Nota: 7,5/10

miércoles, octubre 16, 2013

VOLUME ONE 307: LIGHTNING BOLT (PEARL JAM)


Esta es la mejor noticia musical del año. Sabía que volverían, que después de aquella despedida en Lisboa y del reencuentro en medio de ninguna parte en la Isla de Wight habría un nuevo estudio en el que detenerse, nuevas canciones con las que crecer. Pearl Jam y yo seguimos caminando de la mano, compartiendo arrugas y tragos de rock and roll en la sangre. We are still alive!

Sí, lo reconozco, un poco viejo me sentí al escuchar por primera vez la furia que nunca han perdido. (O, ¿será que la juventud nos abandona deprisa?) Admito que no me gustaron los adelantos, que albergué dudas y augurios decepcionantes que lejos de dejarme indiferente me fastidiaban. Rectifico ahora, después de las tres escuchas de rigor que merece un disco en el que te vuelcas durante un par de días y al que dedicas todo el mimo que sus autores merecen. Lightning bolt (Monkeywrench, 2013) es un muy buen disco, no es la leche, no es la hostia… pero dios, qué bien sienta escuchar a Pearl Jam.
Tampoco queremos un nuevo Ten, el trono lo conservará hasta la eternidad y tan contentos, ¿verdad? Y superar Backspacer no era tarea complicada. Así que esa misión la han cumplido sin mucho esfuerzo. El nuevo álbum enciende a una banda adulta sin rastro alguno de cansancio, heredera aún del arrojo juvenil con el que irrumpieron hace más de veinte años, con los cabellos grasientos, en los huesos y arrojándose sobre el público. Ahora padres y mejor alimentados, Mike, Matt, Stone, Jeff y Eddie sientan cátedra desde el escenario. Así se envejece con dignidad y la cabeza alta, vienen a enseñarnos. Y una docena de buenas canciones.

¿Atractivos? No pocos: un arranque electrizante (Getaway, Mind your manners), pasajes calmados en atmósferas brumosas (Pendulum), riffs con personalidad (My father’s song), punteos justos y eficientes (Sirens, Infallible), el dúo rítmico contundente (Lightning bolt), y un Eddie entrañable (Sleeping by myself) e imponente (Let the records play). Sí, cada vez que lo escucho me gusta más. Y ya me apunto a la próxima visita que nos hagan o que le hagamos. We are still alive ye ye ye ye yeeeeeeeh!

Nota: 8/10

sábado, octubre 12, 2013

BONUS TRACK 121: LEONA NAESS (LEONA NAESS)


Unos cuantos años después me tropiezo con esta inglesa misteriosa por caprichos del azar. Allá por el cambio de siglo la encontré en un videoclip de esos con la solista en vestido de andar por casa y los tirantes a medio caer por la habitación de un motel y con una canción pop de esas que encajan tan bien en el arranque amable de una comedia americana. Allí se quedó la chica. Ahora me entero de que solo cuatro discos llegó a publicar desde entonces, el último hace ya cinco años. Este es el tercero, Leona Naess (2003), grabado en L.A., el más interesante por cuenta de quien la respalda: Ethan Johns (Ryan Adams, Tom Jones, Laura Marling, el último de McCartney) con las baquetas y en la sutil y hogareña producción. La música tiene poco rastro de lo que denotaba aquella despreocupada canción primeriza del vídeo, es más consistente y atractiva. A la chica se la ve con más kilómetros en la mochila y afonías en el escenario, enamorada y en camino hacia la felicidad. Un bonito reencuentro.

martes, octubre 08, 2013

LIVE IN 153: PRE ARCADE, POST MONSTERS


Me han entrado por el lado malo, lo reconozco, y quizá merezcan un aprecio mayor. Me refiero a Of Monsters and Men, de los que he leído comparaciones con Arcade Fire. “Los Arcade Fire islandeses”, rezan titulares de críticas elogiosas con ‘indie folk’ o ‘chamber pop’ como etiquetas para la orientación o el postureo. Los tenía ahí guardados para escuchar, atraído por la cubierta familiar de su disco My head is an animal, y desde hace unos días por un tema que acompaña el trailer de una comedia prometedora. Y me han caído mal. ¿Por qué? Porque en sus canciones caen en el vicio machacón de Mumford & Sons con su segundo álbum: un arranque manso y acústico, voces amables de chica y chico, intensidad creciente, coros encadenados y grandilocuencia en el éxtasis. Un poquito más contenido que los Mumford, pero acabado el disco me siento saturado.
A propósito… Arcade Fire ya tienen disco, Reflektor, listo para venderse a finales de mes. El adelanto atrapa, es eficaz, aunque su excesiva duración, preveo, puede lastrar el tema después de un par de escuchas y quizá todo el disco, que al parecer va a ser doble. Cuando aparecieron los canadienses con Funeral eran incomparables, ahora ya tienen el estatus de servir de modelo a quienes vienen después. Es un buen grupo, tiene personalidad y un talento un tanto crecido, arrogante, pero no son para tanto.

lunes, octubre 07, 2013

VOLUME ONE 306: WARP & WEFT (LAURA VEIRS)


Hace diez años (nada menos) me cautivó su acústica dibujada junto a las vías del tren en la portada de su tercer álbum y no he dejado de seguir a cierta distancia su frágil voz de perenne adolescente y los climas bucólicos de su música. Se había extraviado un poco con trabajos discretos, pero un embarazo la ha alumbrado para firmar un sensacional último disco, Warp & Weft (Raven Marching Band, 2013). Produce Tucker Martine, su marido, y a este hombre lo vengo marcando desde hace un tiempo por su fértil conexión con otras señoritas (Tift Merritt, Beth Orton). Laura Veirs renace erguida y segura con un repertorio excelente, bien respaldada (Brian Blade, Neko Case, Rob Burger, personal de My Morning Jacket) e iluminada en la rúbrica de canciones de lustroso pulido (Sun song, That Alice, White Cherry) que mejoran el disco a medida que transcurre.

Nota: 8/10

domingo, octubre 06, 2013

SOUNDTRACK 133: GRAVITY



Ese íntimo brebaje de ilusiones que es el cine nos ofrece a veces, muy pocas, un trago de refresco único, de un sabor nunca antes probado y que se antoja fascinante. Extraordinario. Gravity, asombrosa obra del mexicano Alfonso Cuarón, es una película y una experiencia extraordinarias.

A veces el cine, muy pocas veces, penetra en el cuerpo y la mente del espectador, en nosotros mismos, que nos sentimos transportados al núcleo de un relato o al éxtasis de una emoción, que traspasamos la pantalla (o las imágenes que en ella se suceden se incrustan en nosotros) para vivir y sentir más allá de nuestro alcance. Gravity entra en nosotros, que gravitamos en el espacio a la deriva como sus personajes.

Se pasa mal, se llora, se emociona, se disfruta. La vida. Y sale uno pleno y satisfecho por los regalos milagrosos que el cine, pocas veces, nos dedica.

jueves, octubre 03, 2013

LIVE IN 152: JUKEBOX


Una remesa más de música nueva digerida con atención antes de cumplir con los sugerentes lanzamientos del último tramo del año. Discos que he despachado con dedicación pero que merecieron una tibia acogida. Decentes trabajos unos, decepciones otros. Tres líneas, poco más que decir.

-Franz Ferdinand / Right thoughts, right words, right action: Lo equivocado es el resultado, sin nada chisposo que celebrar. El ánimo con el que empieza pronto se evapora y los temas se hacen banales y olvidables. El regreso no tiene nada de triunfal, sino de discreto. 5/10
-Mazzy Star / Seasons of your day: Una vuelta que se hizo esperar más, 17 años. Hope Sandoval levita aún en una atmósfera irreal y acaricia con su voz de ninfa canciones narcotizadas. Sutiles guitarras metálicas adornan unos pocos temas lindos. 6/10

-Placebo / Loud like love: Poco me han seducidos estos chavales a los que los singles, eso sí, les funcionan. En su octavo disco los trabajan con más madurez, sin buscar tanto el impacto directo. Hay consistencia en el conjunto, pero no abandona la insipidez. 5/10

-Elton John / The diving board: Lleva años sin interesarme y de nuevo a las órdenes de T-Bone Burnett, que le ha convencido para hacer caja, palpa su piano hasta la extenuación por un álbum plomizo sin atisbo alguno de las genialidades que hace mucho tiempo compuso. 3/10

-Elvis Costello & The Roots / Wise up ghost and other songs: Oírlo cantar me enfada, pues sigue haciéndolo mal de campeonato. Con el formato con The Roots y más variedad étnica y musical por compañía, se toleran mejor ritmos y canciones y la voz pasa desapercibida. 6/10

-Kings of Leon / Mechanical bull: A la chita callando suman ya seis álbumes los hermanos de Nashville, ahora revisando a ráfagas el primoroso rock enfangado de sus dos primeras entregas. Con más limpieza en la producción, pero bien hecho, más allá de cuerpos y rostros bonitos. 7/10

-Goldfrapp / Tales of us: Alison me embriaga de vez en cuando con la sutileza de sus voces y ambientes, aunque sigo sin hincarle bien el diente al grupo. No lo hago con este álbum, demasiado distante, crepuscular y cubierto de velos que lo oscurecen. 3/10
-Mark Lanegan / Imitations: Segunda entrega de versiones de Lanegan, muy inferior a la primera. Se le da por algún standard americano y por interpretaciones de crooner empapadas en hipnótica pero pesada música. Su voz no encaja en más de un corte. Patinazo. 5/10